Mis musas se visten de Balenciaga

     Será un "Old fashioned" para el caballero de la mesita que está junto al piano. El del tuxedo con el nudo de la corbata deshecho. Lo quiere con Canadian Club, no con bourbon. Ha pedido que cuando le sirvamos el primero comencemos a prepararle el segundo. Sin demora. Y desea, si puede ser, que pongamos el disco ese de Costello. El que grabó con el otro tipo canoso del piano. Dice que lo ponemos siempre que viene. Que hoy con más razón. Quiere escuchar la canción de la casa vacía...

        

    El oficio de componer aquellas canciones que parecían flores efímeras y que al final se han revelado eternas era un desempeño más bien prosaico. Nada de musas etéreas inundando grandes salones. Un pequeño despacho de gris oficinista en el Brill Building de Broadway con la 49, un piano, una máquina de escribir y una jornada tras otra de 9 a 5. Del mismo modo que en los edificios de oficinas colindantes se rellenaban pólizas de seguro o se cerraban acuerdos inmobiliarios, Bacharach componía. De lunes a viernes. De 9 a 5. América necesitó coches y Ford los construyó en serie en su cadena de montaje para los americanos. Cuando hizo falta una banda sonora para aquella incontenible felicidad, se compuso de igual modo.



    Pequeñas oraciones perdidas. Música para suburbios prósperos a las afueras de los afanes de la América que temía el holocausto nuclear comunista mientras brindaba con dry martini a media tarde. Música para esposas de ceñidos talles imposibles y uñas esculpidas con el mandil sobre el vuelo de tul de la falda que, hartas de esperar día tras día con la cena preparada, terminaban metiendo sus cabezas barbitúricas en el horno después de abrir la espita del gas.

    Burt Bacharach armó el score de todos aquellos colorines que invadieron el universo monocromo de nuestra niñez. Arropó el abrigo rojo de Jackie Onassis. Meció los ojos azules de Sinatra (siempre a juego con su corbata de seda). Escoltó los givenchys de Audrey Hepburn por todo Manhattan mientras el resto del mundo balbuceaba en estricto blanco y negro.

"Esta casa está vacía ahora
No hay nada que pueda hacer para que quieras quedarte
Así que dime ¿cómo
se supone que debo vivir sin ti?"


José Pajares Iglesias 2023


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